"Decrétese que nada estará obligado ni prohibido. Todo será permitido. Inclusive jugar con los rinocerontes, y caminar por las tardes con una inmensa begonia en la solapa"

Thiago de mello

Les permitimos todo. Les permitimos que con balas y rencores se adueñaran de una democracia construida a punta de sudor y esfuerzo. Destruyeron los muros de la moneda llevando la bandera de la militarización como emblema, como aviso de que no dejarían vivo ningún resto de la rebeldía que acostumbraba a inundar las calles. Tomaron a paso rápido los sueños de todas y todos quienes bailaban, en fiesta permanente, la unidad popular

Lo más triste es que les permitimos, no 17 años de presidio, sino que 38 de oscuridad.

Les permitimos aún, que nos prohíban y nos obliguen. Nos prohíben correr libremente por nuestras propias calles, beber de nuestra agua, ocupar nuestra tierra. Nos obligan a rendirle tributo a su sistema decolorado y superficial, trastocando nuestras esperanzas de libertad y justicia para convertirlas en plasmas y productos de última tecnología, en una falsa autonomía que está teñida aún de la sangre de nuestro pasado.

Les permitimos que nos eduquen. El pueblo quiere jugar con rinocerontes y llenarse de begonias, pero se resigna a encerrarse horas y horas en un espacio que repite como radio transmisor su discurso solapado de orden y eficiencia. Resistimos el desprecio al arte callejero, a la poesía imaginada tras el descubrimiento del amor frenético y libidinoso, a los cantos francos de nuestras almas cuando se encuentran en libertad. Nos dopan para olvidarnos de los miles de sueños que se nos ocurren cuando nos hallamos en el aula, nos bajan de la dimensión en que vemos la vida de colores, para rendirnos ante cálculos que nunca tendremos oportunidad de hacer, ante la sintaxis, la enfermante gramática, ante la historia que nos dice de conquistadores a los que debemos alabar, aun cuando sean los padres de nuestra indigna realidad llena de dolor.

Ante eso, ante la potencia de una rabia contenida y reprimida, ante la firmeza con la que el sujeto revolucionario de nuestro interior clama por ver la luz que tanto tiempo le hemos negado, ante los ojos aún diáfanos y limpios de las niñas y niños que transitan una realidad desdibujada, declaramos que nuestra educación es, desde el pasado, presente y futuro, un fusil cargado... no permitiremos más la absurda alevosía, la esclavitud y represión que con palabras engalanadas pretenden ocultar. No responderemos más ante las obligaciones impuestas que buscan desmantelar un ideal cargado de dignidad, con el fin de volverlo irreconocible tras la máscara de la humillación.

Hoy, declaramos con firmeza y sin miedo, que tomaremos las riendas de nuestra formación. Confiados en las capacidades del pueblo y de la lucha, y convencidos de que la revolución está más cerca con cada esfuerzo de liberación, nos volcamos de lleno a dar, y a vencer, en la disputa por la construcción de un nuevo chile.

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