Lo recordaba con su chaqueta de cuero, arrugada.  Lo recordaba envejecido y cansado. Lo recordaba con sus ojeras crónicas, esas ojeras que no combinaban con sus dos ojos incendiados. Lo recordaba con el ceño fruncido, el caminar apurado, la pera alzada. Lo recordaba con su voz aguda, siempre impasible, siempre decidida.
Tomó un día el camino equivocado. Se dirigió, con los pasos chuecos, hacia él, hacia el destino de la pasión, del deseo, del dolor,el destino inentendible, inevitable, incontrolable. Hacia el destino traidor que no respetaba nada, que no cuidaba a nadie. Pero... no era posible esperar otra cosa. Que es el destino sino incertidumbre, que es el destino sino sorpresa. Que es el destino. Qué es...

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